La autopsia realizada determinó que el animal murió por un golpe de calor debido al mal uso de los secadores. El hecho fue en 2015 y ahora un fallo judicial determinó que se trata de un caso de daños y perjuicios.
Un hombre llevó a su perro a que lo bañen en una peluquería canina de la Ciudad de Buenos Aires y cuando fue a buscarlo lo encontró muerto. Lo habían dejado más tiempo del debido en la secadora y falleció por un golpe de calor.
Esto ocurrió en 2015. Ahora un fallo judicial resolvió que el peluquero que atendió a la mascota deberá pagar una indemnización de $100.000 a su dueño.
“Chezu” era un pastor alemán de siete años. El dueño lo había dejado en la peluquería para que lo bañen y cuando fue a buscarlo lo encontró desvanecido, con golpes y cortes en la cara, sangre que le salía de la boca y una huella de la pata desprendida.
El empleado le explicó que lo había dejado en la secadora de 20 a 25 minutos sin observarlo y que cuando lo buscó estaba mal y tuvo que llevarlo hasta la enfermería.
Allí una veterinaria intentó salvarle la vida, pero el animal convulsionó, respiraba con dificultad y al día siguiente murió.
Tras lo sucedido, el dueño de “Chezu” hizo la denuncia en la Policía y realizó una demanda.
Luego una perito veterinaria le realizó una autopsia al animal que determinó que el color muy oscuro de la sangre indicaba falta de oxígeno (hipoxia), y que el colapso traqueal dorso ventral contribuyó a la falta de oxígeno durante el baño-secado, por el golpe de calor. Esto quiere decir que le aplastaron el cuello con la mano o con algún otro elemento, lo que contribuyó a la hipoxia.
La especialista alertó que la causa más común del golpe de calor es la exposición de más de 15 minutos a temperaturas elevadas, como en algunos tipos de secadores, sin control adecuado y en un ambiente poco ventilado.
Si la temperatura es muy elevada, el mecanismo fisiológico de pérdida de calor, como el jadeo, pierde eficacia, derivando en golpe de calor. Cuando la temperatura corporal supera los 42º, el cuadro es tan grave que puede morir en una hora.
El can no presentaba al ingreso a la veterinaria ninguna enfermedad o afección detectada en ese momento. En la historia clínica anotaron el golpe de calor que se produjo durante el desarrollo del servicio de peluquería.
Ante lo sucedido la justicia confirmó que se trata de un caso de daños y perjuicios y el peluquero que atendió al perro deberá pagar una indemnización por daño moral de $100.000. La médica que intentó salvar al perro, por su parte, quedó exonerada.