Sangrientos robos de vehículos




A fines del año pasado, la División Delitos contra el Automotor de la Policía Federal reportaba que, según datos oficiales, el robo de vehículos había sido el más alto de los últimos cuatro años. La reventa de repuestos robados y el esquema operativo de los desarmaderos clandestinos siguen a la orden del día, impulsados también por las trabas a la importación de repuestos y autopartes que promueven el robo de vehículos y de neumáticos.

En los últimos días, la Policía de la Ciudad desbarató una banda que actuaba en Monserrat y en Parque Chacabuco. La investigación se había iniciado a principios del corriente año. Fueron detenidos el cabecilla del grupo y dos de sus cómplices.

La ONG Defendamos Buenos Aires completó un relevamiento privado de casos en juzgados penales y en lo Nacional de Instrucción en lo Criminal de varias localidades del AMBA, que le permitieron acreditar que hubo, cuanto menos, 72 homicidios en ocasión del robo de 1120 vehículos en lo que va de 2023.

Fuentes judiciales reportan, a partir de las denuncias recibidas, un promedio diario de 200 robos de automóviles y motocicletas en la Capital y en el conurbano bonaerense.

Por su parte, la agencia de recuperación vehicular Ituran Argentina reportó en junio un aumento del 58% en el robo de vehículos respecto del año anterior, y destacó que casi el 70% se concreta “a mano armada”. El 93% de los delitos ocurren en la vía pública.

Tras la conmoción que provocó el asesinato del médico Juan Carlos Cruz, interceptado en Morón, un gendarme fue asesinado a balazos cuando intentaron robarle su moto en Castelar. Uno más de una larga y triste lista de víctimas de delitos sangrientos.

Los delincuentes suelen interceptar a sus víctimas cuando arriban o salen de sus domicilios, en momentos en que abren un portón, ascienden o descienden de los vehículos, solas o acompañadas, incluso dispuestos a huir con menores de edad ocasionalmente ubicados en los asientos traseros, como ya ha ocurrido en varias oportunidades.

El delito primario es el robo o hurto de las unidades; el secundario involucra la comercialización clandestina o sin habilitación. Controlar este último impacta indudablemente sobre la reducción del primario, pues los delincuentes tendrán más dificultad a la hora de colocar lo producido.

Las mafias de los coches manchados con sangre siguen operando con impunidad ante la mirada de una sociedad castigada por alarmantes índices de inseguridad. La sustracción puede tener por objeto también la utilización del vehículo para concretar nuevos hechos ilícitos, por lo que muchas veces se los encuentra abandonados.

Sin políticas globales serias en materia de seguridad, insistiendo con las prácticas garantistas o la llamada “puerta giratoria”, seguirá escalando el aumento del delito con la consiguiente pérdida de vidas.

Las redes de complicidades y corrupción que mueven estos oscuros negocios y que involucran a miembros de las fuerzas de seguridad deben desarticularse con castigos ejemplares.

Es de esperar que quienes asuman el poder a partir del mes próximo elaboren planes interjurisdiccionales, a mediano y largo plazo, para cumplir con la obligación de proteger a los ciudadanos y sus patrimonios. (La Nación)