El presidente, Pedro Castillo, informó que se conformará un comité de crisis encargado de planificar acciones concretas para enfrentar la situación...
Perú decretó el jueves una emergencia climática después de anunciar que 21 playas de la costa del Pacífico están contaminadas tras el derrame petrolero del sábado en una refinería administrada por Repsol, luego de oleajes originados tras la erupción de un volcán submarino cerca de Tonga.
Desde una de las playas más contaminadas, llamada Cavero, el presidente peruano Pedro Castillo firmó el decreto y añadió sin dar muchos detalles que habrá un “comité de crisis” que “planteará acciones concretas” para enfrentar la emergencia. Castillo dio el anuncio a pocos metros del mar mientras a sus espaldas, decenas de trabajadores limpiaban las arenas sucias de petróleo.
El decreto firmado por el mandatario buscará regular el cambio de la matriz energética y otros aspectos como la justicia ambiental, la deforestación y la educación.
La primera ministra Mirtha Vásquez, presente en la ceremonia, indicó que la empresa Repsol se comprometió a entregar un cronograma de limpieza, a incorporar a los pescadores artesanales en las tareas de limpieza en las playas y a entregar canastas con alimentos a las familias afectadas. La zona norte del litoral capitalino, donde ocurrió el derrame, está conformado en su mayoría por secciones pobres. La parte sur alberga en su mayoría áreas acomodadas que no se han visto afectadas.
Vásquez también señaló que Naciones Unidas enviará un equipo de expertos en desastres ambientales que asesorará a Perú a enfrentar el vertimiento de petróleo que el gobierno a calificado como el “peor desastre ecológico... en los últimos tiempos” en la capital.
El terrible derrame no es el primero en Perú, pero al haber ocurrido en la capital tiene mayor cobertura. Entre 2000 y 2019 ocurrieron 474 derrames de petróleo en la Amazonía peruana que han provocado más de 2.000 sitios contaminados y han perjudicado a miles de peruanos indígenas, según una contabilización de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos usando datos oficiales.
Los indígenas se han quejado por 20 años, pero todos los gobiernos hicieron oídos sordos a los reclamos.
La mañana del jueves el Ministerio de Salud recomendó no acudir a 21 playas de la costa del Pacífico afectadas por la contaminación porque existe un “grave riesgo para la salud” de quienes asistan y pidió a las autoridades municipales restringir el uso de estas zonas hasta su remediación.
Varias de esas playas contaminadas, incluyendo a Las Conchitas y Miramar, lucían el jueves con decenas de vecinos de barrios humildes cercanos que había sido contratados para recoger con palas la arena manchada de petróleo y colocarla dentro de bolsas negras de plástico.
Peruanos de la barriada Pachacutec dijeron a The Associated Press que eran recogidos en buses desde cerca de sus casas, muy temprano, y transportados varios kilómetros hasta las playas contaminadas. La señora Francisca Quispe, de 48 años, indicó que todavía no sabían cuánto les iban a pagar por cada día. Ella y sus vecinos vestían trajes blancos, botas y guantes para recoger el crudo.
Cinthia Balta, de 25 años y quien antes trabajaba alquilando sombrillas en la playa, recordó que desde 2020 el negocio disminuyó a causa de la pandemia del nuevo coronavirus. “Este año que fue nuestra oportunidad de trabajar, de mejorar, por culpa de esta empresa (Repsol) nos ha malogrado el negocio porque ha llenado la playa de petróleo”, dijo la mujer que ayudaba en el recojo del crudo.
El muelle pesquero junto a la playa Ancón se mostraba casi vacío. Varios pescadores vendieron sus productos a precios muy bajos. Pedro Villafuerte dijo que remató jurel (Trachurus murphyi) y caballa (Scomber japonicus). Cinco kilos de estos pescados —que en tiempos normales valen alrededor de cinco dólares— fueron vendidos a medio dólar. “Nadie quiere comprar. Por eso hay que rematarlo, para que no se pudran”, dijo malhumorado y atribuyó su desgracia a la contaminación.
“Somos 800 socios, 800 pescadores afectados, 800 familias, los señores no trabajan porque el mar está contaminado”, dijo Gregorio Pacheco, uno de los dirigentes del gremio de pescadores de Ancón mientras observaba el mar donde abundaban los botes que no habían salido a pescar.
El derrame se había extendido el jueves por más de 5 kilómetros en el litoral del país que posee unos de los mares más ricos del mundo. El Pacífico en las costas de Perú posee abundante fitoplancton que alimenta diversas especies incluyendo un pequeño pez llamado anchoveta de la que se produce harina de pescado que a su vez sirve de alimento a peces de piscigranjas en las costas de China.
Las autoridades indican que un buque de bandera italiana derramó el sábado 6.000 barriles sobre el Pacífico frente a la refinería La Pampilla, administrada por la española Repsol. En los últimos días activistas ambientales han recogido aves marinas manchadas de petróleo o muertas.
La empresa niega cualquier responsabilidad y dijo que el derrame ocurrió luego que, tras consultar a la Marina de Guerra, esta institución no brindó ninguna alerta de tsunami y que por ello, el buque continuó descargando petróleo a su refinería y que después un oleaje provocó el desastre.
El país sudamericano ha pedido a Repsol resarcir el daño de inmediato que ha afectado a la fauna y flora marina peruana así como a cientos de pescadores y sus familias que se han quedado sin trabajo.
La erupción del sábado en Tonga provocó oleajes en Perú, el mar se salió en una playa e inundó restaurantes, mientras en otra playa dos mujeres fallecieron arrastradas por las olas.
(Con información de AP)