“El daño fue total”, contó a LA NACION Juan Manuel Álvarez, contratista que estaba trabajando con la máquina en un campo de Entre Ríos donde ocurrió el hecho.
En un campo ubicado entre Galarza y General Mansilla, en la provincia de Entre Ríos, una cosechadora de un valor cercano a US$200.000, que se encontraba trabajando en un lote de maíz, sufrió graves daños luego de que se prendiera fuego. Enseguida, las llamas tomaron grandes dimensiones en el rastrojo del cereal y un humo negro se hizo presente en el lugar.
“Eran las 14 y el último lote de maíz que tenía. Recién había cargado el tanque de la cosechadora y era la segunda tolva que hacía. Empecé a ver fuego y humo en el motor. Estaba solo y bajé corriendo con un matafuego y le tiré. Al principio parecía que se apagaba, pero enseguida el fuego se volvió más fuerte”, dijo Juan Manuel Álvarez, contratista bonaerense y dueño de la maquinaria agrícola que prestaba servicios en la provincia de Entre Ríos.
Cuando los vecinos del campo vieron ese fuego, se acercaron al lugar para dar una mano también con matafuegos, pero como la intensidad era muy grande prefirieron reservar los matafuegos por si el incendio tomaba el rastrojo y el maíz que faltaba cosechar y esperar a que lleguen los bomberos. Sin embargo, los 800 litros de gasoil en el tanque recién cargado le jugaron a Álvarez una mala pasada: el fuego no solo provocó la destrucción total de la cosechadora, sino que quemó unas 10 hectáreas de cultivo sin cosechar y de rastrojo. Luego de cuatro horas de intensa labor, el equipo de bomberos logró apagar las llamas.
“El daño fue total. Gracias a Dios tengo seguro parcial y contra todo riesgo. No sé aun qué pudo haber pasado: un cortocircuito, una rotura de rodamiento o una manguera hidráulica o de gasoil que se recalentó. Es la primera vez que me sucede. Fue todo tan rápido, tenía un estrés tan grande que no me dejaba ni pensar. Lloraba de impotencia. Es muy triste ver cómo se te esfuma tu fuente de trabajo, me crie entre los fierros y les tengo un cariño muy especial a las maquinarias. Ahora ya está, hay que seguir adelante”, señaló Álvarez.
En el video se puede escuchar la desesperación de los vecinos en tratar de que no pase a mayores el incidente: uno de ellos dice que había que pararlo, pero que no podía meterse porque era peligroso, mientras otro le avisaba que ya estaban en camino los bomberos. La imagen dramática, que se volvió viral en redes sociales, puso en alarma a los productores. “Por favor, explique cuáles son las causas para que entienda gente que no es del campo”, dijo un usuario de X.
Otro seguidor preguntó si no “usan sistema contra incendio tipo los Afex”. Mientras que uno sentenció: “Hay que poner sistema anti incendios”.
No se trata de un caso aislado, muchas veces los contratistas rurales sufren este tipo de siniestros por lo que en un informe el INTA dio pautas para evitar incendios durante la cosecha. “El ineficaz mantenimiento y poca limpieza de las cosechadoras también serían un vehículo para que el fuego sea difícil de controlar. Por esto, un equipo de especialistas de la Unidad Integrada Balcarce y bomberos de Tandil, Buenos Aires ponen el foco en la limpieza de los equipos, como una práctica fácil y de bajo costo, clave para evitar el desarrollo de focos ígneos”, indicaron en el organismo.
“La primera recomendación para evitar incendios es un buen mantenimiento de la maquinaria, que consiste en la limpieza de las zonas donde puede llegar a caer y acumularse la granza o cualquier material que se pueda inflamar”, sostuvo Santiago Tourn, especialista en mecanización agrícola de la Unidad Integrada Balcarce, conformada por la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Mar del Plata y el INTA.
En este sentido, “uno de los focos de incendios es el motor, que suele trabajar a más de 600 grados centígrados y en donde se acumula material seco ignífugo, por lo que es de vital importancia aumentar la frecuencia de limpieza de las cosechadoras”.
“A lo mejor te lleva entre 20 minutos y media hora hacer una limpieza, pero es necesario hacerla”, afirmó el especialista y agregó que esta práctica de aseo “es la más fácil y de menor costo”.
“Estos focos, con un poco de viento, generan una combustión que provocan un incendio, en el 80 % de los casos, en el motor”. Es decir que, una vez que se incendia la zona, donde hay mangueras de combustible y depósitos de aceite, es muy difícil frenar el fuego. (La Nación)