Ser diferente de la competencia: la eterna batalla para lograr que nuestra propuesta sea única. Pero ser diferente y llevarlo a nuestra propuesta de valor no es necesariamente una tarea simple...
Ser diferente de la competencia: la eterna batalla para lograr que nuestra propuesta sea única. Pero ser diferente y llevarlo a nuestra propuesta de valor no es necesariamente una tarea simple. Hay que trabajar de manera sostenida y quizás lo primero que debemos hacer es identificar “en qué queremos ser diferentes”.
Desde el momento inicial es posible que no tengamos en claro ni sepamos cuál es nuestro diferenciador. Esto es algo que suele pasar a la gran mayoría de las personas, y lo decimos con certeza, luego de una profunda reflexión.
Las crisis son las ocasiones en las cuales dedicamos parte de nuestro tiempo a reflexionar ¿no? Pero en el mundo actual de los negocios no podemos esperar a que nos suceda una crisis. Por eso, reflexionar en todo momento nos ayuda a mantenernos en evolución. Caso contrario, cedemos un espacio maravilloso a nuestros competidores.
Por otro lado, ser diferente es un proceso que tiene etapas: itera en el tiempo, y debe recorrer un camino de mejora continua.
Ahora bien, cuando no están claros mis diferenciadores ¿dónde los busco? ¿En qué lugar? Posiblemente el primero, el más cercano y del que tenemos más información es en uno mismo. Somos personas diferentes, no hay dos seres completamente iguales. Esto nos convierte en un excelente punto de partida para nuestra búsqueda. Ahora bien, el simple hecho de conocernos no implica que automáticamente aflorarán los diferenciadores. La búsqueda debe ser completa, sincera, transparente y además, poder documentarse.
Existen tres aspectos fundamentales que nos definen como personas. Las combinaciones de ellos conforman una parte importante de quienes somos. Ellos son:
En la bibliografía existente acerca del tema hay una conceptualización que explica que en la intersección de los intereses, competencias y habilidades y la personalidad, se define lo que se llama “zona óptima profesional”. Esta zona es diferente en cada uno de nosotros, y por ende, se transforma en la “piedra fundamental” en nuestro proceso de construcción. Es por eso que decimos que nuestro diferenciador vive en algún lado de nuestra zona óptima profesional.
Trabajar para encontrar nuestro diferenciador no sólo es posible, debemos hacerlo sin dudar. ¡No hay excusas! Si lo encaramos en forma decidida, esta búsqueda nos brindará resultados de manera muy rápida.
¿Te interesa abordar el tema? Envianos un mensaje en nuestra sección de contacto, y coordinaremos una charla para poner en marcha tu proceso de diferenciación.